Trabajando en diferentes empresas en las áreas de recursos humanos, la cual por supuesto me sigue apasionando, me di cuenta de la importancia que tienen las emociones y las diferentes situaciones de vida que los empleados, no siempre, puede dejar fuera de la oficina.

Decenas de empleados se acercaban a mi para platicarme cómo se sentían desde una situación persona, como de trabajo y las emociones que estaban implicadas.

No podía creer que la empresa lo ve como un empleado, como alguien que cumple los objetivos sin importarle lo que siente, lo que piensa, lo que le aqueja y le tiene así.

Fue entonces que ante la propuesta de cambiar a un área que no tenía que ver conmigo y la de salir de la empresa, decidí sin pensar que mi labor estaba afuera, incidiendo en cada persona para que pudiera sanar lo que traía, quizá de esa manera pudiera sentirse mejor y lograr un mejor desempeño en el trabajo… eso lo fui corroborando con el paso del tiempo.

Los empleados son seres humanos, que para cumplir sus objetivos, necesitan estar bien consigo mismos, yo mismo fui empleado y me daba cuenta que eso no era importante.

Me decía un exjefe: “No estás contratado para sentir, sino para cumplir tus metas” eso me impactó… era muy insensible, ¿te suena? Esas palabras te hacen sentirte inadecuado por expresar lo que sientes, avergonzado por decir a los demás que sientes.